Todo fenomenal, un rinconcito precioso y el personal es encantador, solamente ensombrecido por una chica del personal que después de saludar a modo exabrupto sale corriendo a la habitación contigua para proferir un delito de odio que no quise confrontar para no darle el conflicto que parecía buscar.
Lamento mucho haber cambiado la hora de llegada por motivos ajenos a mi voluntad, no se si le sentó mal que le preguntase por una batidora para la comida de mi bebé (la reacción al hablar por teléfono indica que sí), no importa, se compró una de camino. De hecho, antes de desayunar nos han preguntado si queríamos un jugo natural y entiendo que se habrían mostrado dispuestos a hacernos el batido que ya le habíamos dado en la habitación.
Parece que estoy haciendo una montaña de un grano de arena, pero los delitos de odio no se pueden pasar por alto y es una pena que esta buena gente se exponga a problemas legales por la irresponsabilidad y la falta de limites de esta persona. Aún así, todo fe 10.
Gracias.